El ejercicio del Living Lab establece nuevas relaciones de cooperación con énfasis en la participación y el protagonismo estudiantil. Estas tienen el potencial de impulsar condiciones para transformaciones sociales basadas en la confianza, la reciprocidad y el intercambio democrático y deliberativo en los ecosistemas de aprendizaje.

Con el Living Lab se impulsa un ecosistema dentro de la universidad y plantea uno externo que aborde problemáticas sociales de manera innovadora, y se legitima mediante su eficiencia en desarrollar procesos participativos, que procuren la calidad y sostenibilidad de las soluciones y procesos que se propongan en el camino.

“La metodología de innovación social es clave para el desarrollo de las sociedades modernas, que a su vez motivan enfoques novedosos. Estos son adecuados para la sociedad, ya que atienden las necesidades sociales con un manejo sostenible y responsable, resolviendo problemas desde la perspectiva de la co-creación”, dijo González. 

La consolidación del Living Lab busca que la innovación social que se desarrolle se abra al territorio, por lo que el estudiante protagonista es, a la vez, sujeto y objeto en el trabajo de desarrollo, logrando ser un proponente y coproductor de la innovación. Además, el Living Lab asume los retos de las políticas (internas y nacionales), en la creación de un ecosistema propicio para la promoción de la cultura interna. 

Este proyecto, que ya va a cumplir un año de existencia, ha logrado influenciar incluso los procesos dentro de las aulas de la universidad, incorporando elementos de innovación social en carreras como la de Ingeniería Comercial, y acompañando a investigadores para que incorporen la innovación en sus rutinas. Conoce más sobre él aquí. 

Te dejamos otros proyectos de innovación social que hemos trabajado con instituciones de educación superior: Regeneración Social.