Las universidades de hoy son desafiadas por los componentes económicos, sociales y ecológicos que requieren cambios en el mundo. Estos desafíos requieren reformas en la educación superior a nivel global que estén guiadas por la idea de que las universidades “deben jugar un rol más amplio y directo en la promoción del desarrollo social y económico”. La perspectiva de la innovación social en la gestión de la innovación educativa es clave para afrontar este paradigma.
Algunos cuestionamientos a los modelos educativos surgen por ejemplos como el de Brasil. Este país ha estado restando prioridad a la generación del conocimiento en algunas disciplinas científicas, cuestionando su contribución a la sociedad.
Por otro lado, la creciente aparición de plataformas de aprendizaje online de alta calidad y los programas de formación superior no reconocidos oficialmente también representan desafíos. Las competencias y el conocimiento que requieren los alumnos para ser exitosos en su campo de desarrollo cambian constantemente y cada vez más rápido a medida que la tecnología avanza.
Desde un punto de vista institucional, además, los procesos de acreditación de universidades exigen cada vez más una contribución al desarrollo de las ciudades y territorios donde estas instituciones desarrollan su gestión. A lo anterior se suma la creciente demanda de investigación inter y transdisciplinar de parte de algunos rankings de universidades.
¿Cómo ayuda la innovación social a enfrentar estos desafíos?
La innovación social se puede definir como una solución novedosa que es más efectiva, eficiente y sostenible que las existentes respecto a un problema social determinado. La satisfacción de necesidades sociales crea nuevas relaciones o posibilidades de colaboración, impactando en la capacidad del grupo social para actuar.
Este tipo de innovación funciona como un proceso complejo que cambia las rutinas básicas, los flujos de autoridad, recursos y el sistema de creencias donde se inserta. A la luz de la educación, esto ofrece nuevas perspectivas sin cambiar del todo los sistemas existentes.
En el centro del concepto de innovación social también está el involucramiento de los ciudadanos. Esto se entiende cómo “co-creación” o “co-producción” de soluciones.
En este sentido, la innovación social no solo responde a las necesidades de cambio en la formación, investigación y la vinculación con el medio. También es una respuesta para la operación de instituciones que deben enfrentar estos cambios y desafíos.
Si bien el concepto puede ser novedoso, dados sus principios, no es ajeno al quehacer de las instituciones de educación superior. De hecho, estas lo han estado practicando de ciertas formas, con o sin ese nombre. Esto se incorpora a la gestión de la innovación educativa.
Proyecto Climate Labs 2020
En términos de las oportunidades que ofrece el campo de innovación social, podemos dividir el análisis desde las cuatro misiones de la universidad:
En la formación:
Permite acercar a los estudiantes a las comunidades de una forma menos asistencialista. Esto contribuye al RSU y al A+S con nuevos métodos y miradas interdisciplinarias a partir de soluciones co-creadas.
Hoy es natural ver cursos de innovación social incluso en escuelas de negocios. Los estudiantes allí también requieren métodos de disciplinas como la sociología, la psicología o el trabajo social.
Cabe aquí mencionar el proyecto Students4Change, que instaló módulos de formación en competencias relacionadas a innovación social en más de 50 cursos de 10 universidades latinoamericanas.
En investigación:
La innovación social provoca que la investigación de las universidades tenga un mejor impacto en las comunidades. Esto se logra a partir de una producción investigativa más relevante para los problemas sociales y ecológicos de las comunidades cercanas.
Una estrategia de innovación social que impacte la investigación y transferencia de la universidad pone cuidado en la generación de conocimiento para el sector de cambio social y ecológico.Esto cobra importancia ya que algunas universidades ponen su énfasis de en la transferencia comercial del conocimiento.
En la vinculación con el medio:
Más que hacer una “extensión”, la innovación social hace que las instituciones logren involucrarse uno a uno con las comunidades. Al mismo tiempo, pone a la universidad en el centro de las estrategias de generación de soluciones para problemáticas territoriales.
También, la innovación social conecta a distintas universidades para desarrollar investigaciones conjuntas, como lo hemos visto con Academia B o el proyecto “Latin American Social Innovation Network” – LASIN.
En relación con la institución en sí misma (su propia gobernanza):
La innovación social propone una cultura que valore el error y un sistema que democratice la toma de decisiones al interior de la universidad. Cuando la innovación social se instala en las instituciones de educación superior, los incentivos cambian para centrarlos en la formación de estudiantes que tengan las herramientas para cambiar su entorno.
De acuerdo con el trabajo de Ashoka U con Changemaker Campus en todo el mundo, una institución que utiliza la innovación social como estrategia para el cambio y vive sus valores de una forma más intencional, podrá aumentar la capacidad de la institución para adaptarse, innovar y ser resiliente, ahora y en el futuro.
Brechas en las universidades que ya han dado el paso hacia la innovación social
Varias universidades ya han venido avanzando en innovación social, aunque con algunas brechas. En términos de formación, se observa una tendencia a abordar la innovación social como un conjunto de metodologías más que como una mirada sistémica a un problema social o ecológico.
En este sentido, no se explora en profundidad los problemas como lo hacen otras ciencias. En cuanto a investigación, existen distintas escuelas de pensamiento respecto a la definición del término, lo que hace desafiante el trabajo de los académicos. Esto por supuesto no es ajeno a una disciplina naciente como la innovación social, y por esto debe existir un esfuerzo colectivo por avanzar con más claridad en el campo.
En términos de desarrollo institucional, las instituciones de educación superior han demostrado dificultades a la hora de adoptar estrategias de forma ágil. Muchas veces son instituciones muy resistentes al cambio y llegan tarde a las soluciones que se necesitan.
Podemos ver como un desafío la baja producción de investigación desde el sur, pues esta se concentra principalmente en Europa o Estados Unidos. Una aproximación más latinoamericana con un mejor contexto a nuestra cultura, historia y problemáticas haría que el campo de estudio sea más pertinente respecto a las agendas de nuestras universidades.
Existe una baja colaboración sur-sur en términos de investigación académica. Por esto es necesario fomentar procesos más inclusivos y sustentables en términos económicos y sociales en el Sur Global.
La innovación social también requiere de las universidades una forma de gobernanza distinta, más inclusiva, transparente y co-creada con estudiantes y la comunidad vecina. Para esto es necesario dejar de lado las lógicas autoritarias, de celos académicos, poco transparentes y de escasa inclusión de stakeholders clave que aún persisten en la mayor parte de nuestras casos de estudio.
Nuevas perspectivas para la gestión de innovación educativa
Adoptar la innovación social como una estrategia de desarrollo universitario depende de la voluntad de cada comunidad universitaria para hacer frente a los nuevos desafíos y aprovechar las oportunidades que este campo de estudio otorga. La colaboración intersectorial e interuniversitaria es fundamental y eso es lo que trata la aceleradora de proyectos universitarios de innovación social, Ashoka U Commons Latam.
Como mencionamos, la innovación social está en una etapa naciente de desarrollo. Las investigaciones académicas continúan creciendo año a año y cada semestre aparecen nuevos programas curriculares y extracurriculares relacionadas con este tipo de innovación en nuestras universidades.
Todo indica que este será un campo que retome las estrategias de las casos de estudios para potenciar su rol de promoción del cambio social y ecológico, actualizarlas a los nuevos tiempos y, por qué no, cambiarlas desde dentro. Reforzar el componente social en la gestión de la innovación educativa hará la tarea.
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