La presencia es una gran herramienta con la que pueden contar los humanos. Todos la tenemos disponible para utilizarla cuando la necesitamos. Mi llave para entrar allí (y así a la escucha profunda) ha sido la meditación. La práctica regular me ha permitido desarrollar la conciencia y el estar presente
Artículo / Cuatro niveles diferentes de escucha identifica Otto Scharmer en la Teoría U. La primera vez que los vi me cautivaron. Acababa de participar en un entrenamiento intensivo de 9 días en Comunicación No Violenta (CNV) y estaba gozando llevar a la práctica en mis conversaciones algunas de las distinciones aprendidas allí. La escucha ya había cambiado desde la mera coordinación de actividades, a una práctica profundamente espiritual y amorosa.
Mientras que las distinciones claves de la CNV me permitieron conectar con otros de una manera más profunda, los niveles de escucha propuestos por Scharmer me permitieron ver un modelo renovado de la escucha en su totalidad. Junto con las tres actitudes fundamentales que identifica para el funcionamiento de la Teoría U (mente abierta, corazón abierto, voluntad abierta), era una invitación a experienciar la escucha de una nueva forma.
Desde mi propia experiencia y por el tono de esas conversaciones, es claro cuando ese cambio sucede: estoy menos en mi cabeza y más en lo que escucho. Me siento más interesado en las conversaciones. A pesar que es sutil, la diferencia me permitió constatar el poder de la curiosidad para sobrepasar los prejuicios.
El siguiente nivel me pareció familiar: mi experiencia con la CNV y otros procesos de desarrollo personal, ya me habían mostrado el poder de abrir el corazón y permitirme sentir junto a quien escucho, a través de la escucha empática (tercer nivel). Sin embargo, redescubrir este nivel desde la perspectiva de la Teoría U me pareció fresco y nuevo. Me motiva también practicar esta escucha sabiendo que hay un nivel más que descubrir; que no queda todo en la empatía. Como Fred Laloux sugiere en Reinventar las organizaciones, el exceso de energía del estadio verde de desarrollo nos conecta interminablemente y nos puede enceguecer o estancar respecto de nuestra necesidad de actuar y construir nuestro futuro común.
La premisa desde lo propuesto por Scharmer es que conectar con el coraje y abrir la voluntad permite experimentar la escucha generativa (cuarto nivel de escucha). Aunque sabía el significado de las palabras del enunciado, no tenía claro cómo era que sucedía la puesta en marcha del asunto. Presentía que abrir la voluntad requería de otra actitud, otra herramienta. Sentí alivio cuando entendí que la presencia tenía un rol fundamental en esta forma de escucha. Dejar ir las expectativas y abrirse a el espectro de las posibilidades con la conversación que sucede devela un entendimiento mucho más profundo del modo en que nos comunicamos.
Presencia y conciencia.
Como tal vez el lector ya conoce (si ha leído algo de la Teoría U – sino, hay un excelente sitio web en www.presencing.org y un fabuloso curso gratuito u.lab en línea en www.edx.org), el enfoque sugiere que el núcleo del proceso es la presencia, estando completamente presente, abierto y arrojado al despliegue de la vida. Este no es nuestro estado natural: tal como muestra Eckhart Tolle en El Poder del Ahora, vivimos escasamente en el momento presente, y es maravilloso cultivarlo.
La presencia es una gran herramienta con la que pueden contar los humanos. Todos la tenemos disponible para utilizarla cuando la necesitamos. Mi llave para entrar allí (y así a la escucha profunda) ha sido la meditación. La práctica regular me ha permitido desarrollar la conciencia y el estar presente. Esta conciencia acerca del estado en el que me encuentro es la que me permite darme cuenta del lugar interno desde donde escucho y luego, con coraje, abrirme a las posibilidades.
Esta idea de abrirse a las posibilidades fue un enlace preciso de la Teoría U a otra fuente que ha nutrido mi caminar: El Arte de la Posibilidad de Benjamin Zander y Rosamund Stone Zander. En esa genial obra, la pareja sugiere 13 ejercicios para desarrollar apertura a las posibilidades. La clave: la posibilidad no es algo exterior y distinto de mí. Es más bien un patrón, un estado vibracional de mi relación con la realidad. Es la condición de operación del lugar del suceder: donde ocurre la experiencia.
Entrar a ese lugar de conciencia requiere sintonizar con el tejido de la realidad. Me he encontrado varias veces compartiendo la imagen de un arpista que, llegando al clímax de una pieza musical, rasguea las cuerdas con ambas manos a la vez: la izquierda anima las cuerdas en un sentido ascendente desde las largas y profundas cuerdas bajas, mientras que la mano derecha comienza acariciando las brillantes y cortas cuerdas altas y continúa hacia abajo. Todo el movimiento se repite alternadamente y junto al sonido se crea un espacio vibracional entre las distintas cuerdas: todo el conjunto ofrece una poderosa explicación no verbal de la teoría de cuerdas.
Conectarse al espacio del suceder es algo que vivencio sólo luego de estar 10 días en silencio durante un entrenamiento de meditación Vipassana. La técnica es enfática al mostrar la atención como la herramienta más importante de nuestra meditación. “Trabaja diligentemente” es el recordatorio constante, “seguro lo conseguirás”, asegura Goenkaji durante las largas jornadas meditativas. Luego de experimentar y darme cuenta como mi atención se hizo más precisa y afinada, entiendo con más claridad la invitación de Scharmer: “ponle atención a tu atención”. Esa es la clave para comenzar a experimentar, distinguir y registrar los distintos niveles de escucha que ofrece.
Sentimientos, necesidades y posibilidad.
Es algo más elaborado que sólo decidir cuál es el nivel más adecuado. Escuchar desde los niveles más alto requiere también disponibilizar recursos internos de empatía, tiempo, disposición, apertura, tolerancia. Mientras más intento practicar la escucha generativa, más me doy cuenta que no siempre cuento con el estado interno necesario para que ésta suceda. A veces se trata de una idea muy predominante en mi cabeza que condiciona mi capacidad de escuchar abierta y activamente. Lo mismo ocurre con la escucha empática: a veces vengo de una situación que me ha generado frustración, o rabia y, hasta que pueda reciclar esas emociones, puede ser muy difícil ofrecer empatía o un contenedor emocional para otra persona. Me resulta difícil ofrecer compasión y empatía cuando yo necesito precisamente eso.
Y lo notable es que el preciso reciclaje emocional que necesito en esas situaciones puede ser fácilmente generado a través de la misma conversación -otra tal vez, o la misma con un giro. El giro conversacional que precisa un intercambio para ser un contenedor de reciclaje emocional tiene que ver con el reconocimiento de las necesidades de cada una de las partes y la indagación compartida acerca del estado de esas necesidades en el momento del intercambio. Desde el entendimiento que todos los seres humanos compartimos las mismas necesidades (sólo difieren en su valencia, tiempo y estrategias para satisfacerlas), la CNV ha promocionado extensamente la práctica de compartir nuestras necesidades y los sentimientos que tenemos a partir de la satisfacción o no de las mismas. Compartir nuestro estado interno y escuchar el estado interno, en estos mismos términos, de la otra persona.
La meditación también nos permite incubar las condiciones internas que nos permiten la escucha generativa. La mera práctica de la conciencia de nuestra respiración en el momento presente aumenta nuestra coherencia y ecuanimidad. Nos puede ayudar a afinarnos o al menos a identificar nuestros sentimientos y emociones.
Podemos obtener una perspectiva más profunda también mediante la meditación. Durante la conversación podemos visualizar raíces hacia la tierra desde nuestros puntos de apoyo (pies, rodillas, nalgas). Así podemos conectar con la matriz amorosa de la creación: Gaia. Luego de enraizarnos, volvemos a la escucha con esa profunda conexión. Entonces podemos ofrecer un canal considerablemente más amplio para el reciclaje emocional y un suelo más próspero y nutritivo para la apertura del espectro de posibilidad. La ecología profunda nos puede ofrecer una explicación de esto.
Junto a la profundización de la práctica meditativa, he recibido también el regalo de la ecología profunda a través del Trabajo que reconecta de Joanna Macy, que me ha invitado a pensarme desde una perspectiva completamente distinta. En vez de pensar la humanidad (y a mi como parte de ésta) como el personaje central de la historia, la ecología profunda sugiere que nos pensamos desde un sistema vivo más grande. Entonces me pienso como un individuo de una especie, de las miles de especies que conforman la corteza efervescente de Gaia. Mientras más medito desde esta conciencia (no acerca de esta, sino desde ésta, como punto de partida), más resuena en mi la idea que somos hijos e hijas de Gaia, y parte de su baile. Esta noción de psicología que plantea la ecología profunda es a veces conocida como ecopsicología.
Le preguntaron al gran maestro Zen, Thich Nhat Hanh, “si sólo hubiese una cosa que debiésemos hacer para solucionar los desafíos de la humanidad, ¿qué es lo más sabio que podríamos hacer?”. Puedo imaginar que cerró los ojos y buscó la respuesta en su corazón con serenidad y una amplia sonrisa. “Lo que más necesitamos hacer es escuchar dentro nuestro el llanto de la tierra”, respondió.
Cada vez que vuelvo a esa respuesta, puedo volver a un profundo lugar dentro de mi, el lugar donde puedo escuchar a la tierra llorar. Esta respuesta es una precisa y potente invitación a reconocernos como parte de algo mucho más grande que nuestra especie. En ese espacio, puedo entender mis propias emociones y reacciones respecto de la necesidades satisfechas e insatisfechas de Gaia.
Regenerando nuestros tejidos.
Esto es bastante evidente en los casos de psicoterapias (el mismo psicoanálisis se originó a partir de lo que una de sus primeras beneficiarias, Bertha Pappenheim -Anna O-, llamó “la cura del habla”), coaching de vida, coaching profesional, o simplemente una buena sesión de retroalimentación en el trabajo. Quizás es menos claro que cualquier conversación puede ser una instancia para honrar nuestra identidad ecosistémica y, mientras reconocemos las necesidades en nuestro intercambio, podamos conectar profundamente a las posibilidades y dar con estrategias colaborativas para lograr nuevos escenarios donde podamos satisfacer nuestras necesidades y gozar en la colaboración.
Cualquier conversación. Con las condiciones necesarias: presencia, conciencia, desapego a las ideas, cuidado de la conexión, disponibilidad, y esas tres actitudes esenciales sugeridas por Scharmer: curiosidad (mente abierta), compasión (corazón abierto), y coraje (voluntad abierta).
Así, tal vez lograremos a través de la escucha regenerar el tejido ecológico social y espiritual que nos contiene.
Lecturas Sugeridas · Otto Scharmer: Teoría U. · Marshall Rosenberg: Comunicación No Violenta. · Eckhart Tolle: El Poder del Ahora. · Eckhart Tolle: Una Nueva Tierra. · Rosamund Stone Zander & Benjamin Zander: El Arte de la Posibilidad. · Joanna Macy & Molly Young Brown: Nuestra Vida como Gaia. · Thich Nhat Hanh: El Milagro del Mindfulness.
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